Después de su estreno en el Grec de Barcelona, La Tienda de los Horrores abre temporada en el Teatro Coliseum, con la voluntad de hacer temporada larga.
La tienda de los horrores es la historia de amor imposible entre el tímido y despistado Seymour (Marc Pociello) y Audrey (Diana Roig), ambos trabajadores de la vieja floristería del señor Mushnik (Ferran Rañé) en uno de los barrios más decadentes y con la mayor concentración de indigente de Los Ángeles, el barrio de Skid Row. Todo parece abocado al desastre, tanto las aspiraciones amorosas de Seymour como la tienda del señor Mushnik, pero el descubrimiento de una extraña planta capaz de hacer realidad los deseos transformarán sus vidas.
La Tienda de los Horrores es una comedia musical clásica de l’Off Broadway de los años 80 , con música de Alan Menken y libreto de Howard Ashman, que también se llevó al cine en el año 1986, de la mano de Frank Oz, con un éxito sorprendente. El musical, a su vez, estaba basado en la comedia negra de serie B The Little Shop of Horrors, dirigida por Roger Corman. Así, tenemos una tienda de largo recorrido y que se ha convertido en una especie de espectáculo de culto.
La obra que nos encontramos en el Coliseum, con producción de Nostromo Live, dirección de Àngel Llàtzer y dirección musical de Manu Guix, recupera la esencia soul-rock del espectáculo y la llena de ritmo, humor y buena música.
La escenografía nos sumerge completamente en la decadencia del barrio de Skid Row y las luces y el vestuario (magnífico) nos aportan la magia y el color que acompaña a la fantástica música de Alan Menken, y que cuenta con una más que digna adaptación de las letras a cargo de Marc Artigau.
La obra tiene un ritmo magnífico y los actores, bailarines y cantantes están a la altura y nos presentan un espectáculo que no hay que perderse, que tiene la duración perfecta para quedarse con ganas de más. Tanto Pociello como Roig están fantástico en sus papeles, José Corbacho está en su salsa en el papel (y multipapeles posteriores) de Orin Scrivello, el sádico novio dentista de Audrey, pavoneándose con mucha gracia sobre el escenario (a mi me sobra un poco el “cubanismo” de la interacción con el público, pero parece que funciona) y las Sey Sisters aportan el soul y el motown necesario en cada momento, y parece que nunca se lo habían pasado tan bien encima de un escenario, o al menos eso es lo que transmiten en cada momento. Solo les faltaría mejorar un poco la dicción. Un gusto verlas y una envidia total de sus megapelucas.
Manu Guix, como Audrey II, está espléndido. Dota de vida, humor y personalidad a la planta protagonista de la tienda de los horrores, y pone toda la pasión necesaria (solo quizá bajarle un poco el micro, porque se come a los compañeros…).Y además de dotar de vida la planta, está al piano y dirige al grupo, compuesto por 5 músicos: Oriol Cusó, Jordi Franco, Eloi López, Jaume Peña y Jordi Roquer, y a la vez un sistema de secuencias en directo donde dispara efectos grabados. Y todo con solvencia.
El conjunto funciona a la perfección, y nos hace disfrutar de una obra apta para todos los públicos: un divertimento freaky y colorido muy recomendable.
